Happy Birthday my little sister~

[Hace mucho, mucho tiempo de la época actual xD]



Era el día. Aquella msima mañana había amanecido extrañamente tranquila en el palacio de la demoníaca ciudad. Era un día especial que solo se daba una vez cada año, algo que debería ser tribial para la familia real de Acheron pero que varios miembros de dicha familia se tomaban muy en serio. Sobre todo la mestiza de largos cabellos blancos que la noche anterior había dejado a su yo humana preparar todo para darle una sorpresa a la menor de las descendientes de Hades, dejando después que la verdadera Moka adquiriese de nueva cuenta el control sobre su cuerpo debido a que la joven cumpleañera no le caía nada bien.

Su hermano menor había sido avisado con antelación de la fiesta sorpresa para la pequeña Kokoa quien, por predicciones de la vampiresa, estaría buscándola como loca para pelear con ella como solía ocurrir siempre. No le incomodaba pelear con ella, pero teniendo en cuenta que la pelirroja aún tenía el aspecto de una niña de escasos seis años y ella ya aparentaba los quince pues... El resultado de los enfrentamientos era obvio a pesar de la larga lista de victorias que arrastraba la mayor. Aún así, aquel día no era el apropiado para nuevos duelos que terminarían con la derrota de Kokoa. Esa próxima noche sería especial para la pequeña y ni siquiera el ausente padre de ambas podría estropearla.

La celebración tendría lugar en uno de los múltiples jardines de palacio, pero expresamente el que Moka se había preocupado de cuidar y, por tanto, privar la entrada a este a cualquiera a menos que ella así lo permitiese y estando en aquel mismo momento en el interior de dicho jardín. El perfume de las rosas deleitaba los sentidos y creaba un buena ambiente que no llegaba a ser empalagoso ni a opacar o mezclarse con los aromas de los múltiples platos de comida ya dispuestos en una mesa. Ahora solo faltaban su hermano y la cumpleañera...

Corrió por los pasillos, sus pequeños pies enfundados en medias rojas con terminaciones por encima de la rodilla en una moñita blanca por detrás de la rodilla y en sus piecitos zapatitos blancos de charol que hacían que cada paso sonase como una bailarina de tap. Su largo cabello anaranjado estaba recogido por una pony tail y una cinta roja y vestía un delicado vestido por encima de sus rodillas rojo con terminaciones en blanco y un cuellito en V. Las mangas eran abultadas y cortas dejando al aire los delgados y bancos brazos de porcelana de la infante.

- ¡Moka-chan! ¡Kiky-kun! – gritaba mientras corría en el sin fin de puertas y habitaciones dirigiéndose al patio. Era su cumpleaños y estaba con energías extras.

A diferencia de como solía vestir aquella ocasión la vampiresa de real descendencia se había "arriesgado" a lucir parte de su figura con un vestido de tirantes y tonalidades rojizas sin estampado alguno, ligeramente ajustado de cintura para arriba y unas pequeñas manoletinas a juego con la prenda. Portaba su rosario puesto haciendo uso del Belmont, enrollado en su pierna derecha bajo la tela del vestido, para anular el sello de la susodicha cruz y evitar así que esta perdiese parte de su poder. Había sido convencida por su otra yo para maquillarse y así lo hizo, poniéndose justo la cantidad necesaria para que no se notase dicho maquillaje. Su cabello caía suelto hasta casi sus rodillas y sus brazos y espalda estaban ligeramente cubiertos por un chal de delicado color marfil.

Observava desde la entrada que todo estuviese en su sitio y se volteó al escuchar los gritos de la pequeña cerca de allí antes de ver a aquel a quien llamaba por ese mote tan infatil y divertido. Dirijió una leve sonrisa al peliblanco recién llegado y dejó que este entrase y se acercase a ella, quien no se inmutó mucho por la mal disimulada risa de este.

- Reza porque esta noche no coura nada inesperado -le murmuró a su hermano alzando su vista al cielo despejado. La Luna estaba en su fase más completa, iluminando junto a las estrellas todo el jardín y ni una sola nube se atrevía a cruzarse por allí, por lo que el clima era inmejorable.

Como una llamarada anaranjada su cabello flameaba a su espalda mientras ella corría alternando sus pies uno delante del otro en un correteo infantil y grácil, corría con sus ojos cerrados y una gran sonrisa en su rostro mientras sus brazos se balanceaban al ritmo de sus pies para mantener un delicado equilibrio en sus acciones. La risa como cascabeles resonaba en los pasillos viendo al final de estos la puerta que le llevarían al jardín - ¡Moka-onnesama! – gritaba buscando a su hermana, podía sentir la presencia de la peliblanca en el exterior y esa era la razón de por que iba directo al jardín, feliz por la presencia de esta ignoraba completamente al peliblanco.

Al adelantar sus manos para empujar la puerta y salir al jardín dio un gran salto el cual consumió los cinco escalones que bajaban a dicho lugar cayendo de pie en el camino de césped. Aún con aquella deslumbrante sonrisa abrió sus ojos y su expresión cambió en sorpresa al ver a sus hermanos y toda a decoración del lugar. Sus manos enseguida fueron a sus labios para cubrir su boca abierta.

El úico gesto que apareció en ella fue el ampliamiento de aquella sutil sonrisa al ver la sorpresa de la menor antes de voltearse por completo a ella moviendo los labios de forma que ella, fácilmente, pudiese leer un "Feliz cumpleaños" inaudible. Dichas palabras termianron con un guiño de su orbe izquierdo y su índice sobre sus labioseen señal de silencio como si aquella felicitación fuera su pequeño secreto. Supuso que la menor desearía ya los regalos, sobre todo con lo impaciente que era, pero a la peliblanca le gustaba hacerse desear por lo que la entrega de los presentes, al menos el suyo, sería el colofón final de aquel encuentro familiar en el que solo faltaban dos personas para que fuera perfecto aunque una de ellas no aparecería.

Así mismo, y como un pequeño detalle por parte de Moka, hizo uso de una de sus habilidades para que dos zarzas de los rosales aparecieran tras la pequeña, depositando y colocando en su cabello una delicada rosa blanca como su propio cabello. Un regalo que, esperaba, agradase a la infante por nímio y sutil que fuera.

No reaccionó hasta que sintió que en su cabeza se posaba una flor blanca enredándose en su cabello. Llevó su mano para rosar la rosa y sonrió ampliamente, estaba emocionada, lo último que esperaba era una sorpresa de esa índole en su jardín. Buscó con la mirada regalos, pastel o más sorpresas pero finalmente miró a su hermana y corrió hacia ella con sus brazos extendidos - MOKA-ONE SAMA!! – abrazándole hundió su rostro debajo de sus pechos por la altura - Arigato! Que lindo todo. Estoy tan feliz… - sin soltarle giró su rostro para mirar a su hermano con una gran sonrisa - Hasta trajiste a Kiky-kun – dijo con un tono de sorpresa y felicidad.

En cuanto la flor estuvo bien sujeta a las hebras anaranjadas de su hermana retiró las zarzas para evitar que esta se dañara al tocarlas cuando quisiera acariciar el pqeueño presente de Moka. No se movió de donde estaba, ni siquiera cuando la joven se "abalanzó" contra ella, abrazándola por la cintura debido a que su altura no daba para más. Su diestra se posó en la espalda de la mestiza menor meintras su zurda se posaba sobre la cabeza de esta, acariciándola teniendo cuidado con la rosa para que esta no cayera.

- No necesito traerlo. Él puede venir solo -comentó sin borrar la sonrisa de su rostro y permitiéndole a la menor abrazarla. Era una ocasión especial y, como hacía el peliblanco, ella también consentiría ciertas cosas de Kokoa, pero no todas. Así mismo esperaba que la cumpleañera no estuviese pensando en lanzarle algún trozo de comida o del propio pastel al Akashiya o la tranquila velada no taardaría en combertirse en una guerra de comida y, probablemente, algún combate con armas por parte de la ojiverde.

Sonreía feliz por todas las atenciones. Se separó de su hermana cuando escuchó la voz del peliblanco y se acercó al pastel casi que corriendo deteniéndose mirando las velitas, miró a su hermano con aquellos enormes orbes esmeralda con su pequeña carita de niña buena y adorable - Arigatou Kiki-kun – dijo con su vocecita de inocente niña y sopló las velitas apagando cada una para luego reír de manera adorable.

Levantó su dedo índice y lo untó en su pastel amagando con llevarlo a su boca pero por el contrario lo lanzó contra la cara del platinado dándole justo en su ojo derecho. Rió por la gracia mirándole con atisbo de maldad mientras por detrás suyo salía volando un gracioso y tierno murciélago manteniéndose a la altura de su hombro antes de posarse sobre el mismo.

Estuvo pensando durante algunos segundos en cómo no se había esperado que la situación acabara así en tan corto tiempo que llevaba iniciada. Habría jurado que ambos tardarían unos minutos más en pelearse con la comida o cualquier otro elemento del lugar, pero estaba claro que, incluso siendo predecibles, podían sorprender de múltiples formas.

Dió dos pasos hacia delante cogiendo la bandeja donde antes estaba la tarta y recogió esta misma con un rápido mover de su brazo antes de que cayese sobre la cabeza de la menor, impidiendo así que estropease el cabello de esta al mismo tiempo que su mano libre se posaba en el hombro correspondiente de Kokoa en una especie de abrazo por la espalda.

- Kyrios no seas crío... Y Kokoa sé más respetuosa con tu hermano mayor -comentó sin reprocharles aunque lo pareciera, sino todo lo contrario, divertida por las acciones de ambos pese a que fueran bastante infantiles.

Al ver la acción su sonrisa se borró y cerró sus ojos cubriéndose con ambas manos esperando recibir el pastelazo antes que su hermana la rescatase. Se apretó contra su cuerpo y miró desde la seguridad de sus brazos al peliblanco que era regañado - Si, kiki-kun, compórtate conmigo que es mi cumpleaños – dijo antes de estirar su pierna largando una patada directo a la espinilla de su hermano.

Suspiró silenciosamente al ver el nuevo acto de la pequeña a la que hechó un poco para atrás para hacer menos incómodo y menos certero el golpe hacia la espinilla del platinado que, tras ello, cayó al suelo haciendo que en el rostro de la mestiza mayor saliera una leve mueca de preocupación, acentuada al ver como su hermano se arrodillaba frente a ellas, en especial frente a la pelirroja antes de irse a limpiar.

- Kokoa... -musitó mirándola de reojo cuando él se hubo alejado, diciéndole con la mirada que fuese a disculparse, y que lo hiciese ya. No toleraría, ni siquiera a su hermana menor, que maltratase a Kyrios hasta el punto de que este se comportase tan formal con ella sin la presencia del padre de ambas, momento en que sí debía guardas las apariencias.

Se cruzó de brazos enojada y caprichosa mirando con sus labios entrompados a su hermana intentando mantener su mirada en alto pero al cabo de unos segundos suspiró bajando sus brazos y relajando sus facciones mientras se acercaba al platinado tomándole por la camisa para llamar su atención - Kiki…. Kyrios-san… - dijo intentando llamar su atención mientras le miraba desde abajo con ojos de cachorrito mojado.

Mientras la menor hacía caso de su sutil orden y hablaba con el varón, Moka se encargó de "deshacerse" de la inservible tarta. Aún era comestible pero no muy digna del cumpleaños de la última hija de Hades, por lo que tan solo la volvió a dejar sobre la mesa y esperaría a que se la llevasen los sirvientes del palacio cuando acabase la celebración pues no podía dársela a los animales de por allí, el azúcar no era muy recomendable ni para las bestias terrenales ni para algunas demoníacas al parecer.

Sus orbes recibieron la afilada mirada ajena sin reprocharla ni devolverla, tan solo leyendo el mensaje dejado en silencio y dando como respuesta un simple "Lo sé". No negaría que se sentía mal al provocar tal sentimiento en la menor, pero debía enseñarse a ser educada y no malcriarla, ni siquiera en fechas especiales, no hasta el límite de permitirle hacer todo cuanto quisiera. Solo le permitiría algunas cosas, pero el "rebajar" al joven de ojos cobre no estaba entre esas excepciones pues no solo la mestiza le tenía un alto aprecio.

Cuando este se marchó la vampiresa se acercó a su hermana, posando una de sus manos sobre la cabeza de esta de forma delicada. Debido a la diferencia de alturas la ojirroja se acuclilló hasta tener su rostro a la altura del ajeno, pasando su mano a las finas y delicadas de la menor donde se le unió la opuesta en un suave agarre.

- Sé amable con él. Se merece nuestro respeto por mucho que Had... Nuestro padre quiera hacernos pensar que no es así -le explicó con una pequeña muestra de dulzura y seriedad en sus palabras, habiendo cambiado el nombre del demonio mayor por la simple frase "nuestro padre" para no demostrar lo mucho que le odiaba, no delante de la pequeña pelirroja.

Le observó irse y se quedó con su mano alzada mirando como el platinado se retiraba, sus labios abiertos no emitieron las palabras que quiso, aquella demostración de frialdad le había golpeado en el pecho como una verdadera flecha de hielo, pese a todo lo que hacía, quería a su hermano y que le tratase así le dolía.

La mano de su hermana le hizo voltearse hacia ella mirandole con sus labios temblando y sus ojos al borde de las lagrimas - Moka-neesama… ¿Kiki-kun odia a Kokoa? – preguntó tratándose en tercera persona como acentuando su labia medio japonesa e infantil.

Su mirada se entrecerró con cierto pesar al escuchar las temerosas palabras de su hermana, pensando en que Kyrios no quiso hacerle daño con su retirada, menos con sus frases dictadas con un pequeño punto de frialdad que la menor supo notar y amplió en demasía.

- No Kokoa. No te odia... Pero es difícil de explicar. Debes tratarle bien. Es nuestro hermano aunque no comparta nuestra sangre. Es parte de nuestra familia y como tal debe ser tratado. Nunca lo olvides -respondió antes de sonreír levemente y pasar sus manos de las ajenas a las mejillas de la pequeña, acariciándolas con los pulgares en un gesto tan tierno y cariñoso que jamás se habría esperado de ella. Buscaba consolar a la pelirroja aunque solo fuera con pequeños gestos.

(paso)